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Un golpe de suerte, de La Paloma

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DISCOS

«Las letras aportan mensajes escuetos y concentrados, pero potentes y explosivos»

 

La Paloma
Un golpe de suerte
LA CASTANYA / UNIVERSAL, 2025

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Desde hace unos años, están surgiendo en nuestro país bandas con componentes muy jóvenes, llenos de ganas y de poderío guitarrero. Quizá, los primeros fueran Alborotador Gomasio con su excepcional debut en 2013 para Discos de Paseo. A partir de ahí vinieron —cada uno con su estilo, su estética y su nivel de compromiso— Carolina Durante, Biznaga, La Plata, Alcalá Norte o La Paloma, que debutaron hace solo dos años con Todavía no. Ahora, han atenuado un tanto la potencia de sus guitarras, para llevarlas a territorios musicales más íntimos, acompañados de letras con una fuerte carga nihilista.

Ahí está la de “Intacto”, con su sensación de vulnerabilidad, de sentirse protegido, cuando él mira a su alrededor y la sensación es de odio por lo que ve, sobre guitarras que cruzan potencia y caricias melódicas. Esta sensación de que uno está indefenso se repite en “Si no me muevo”, de ilustrativo título: lo mejor es no hacer nada, huir de compromisos, conservar la sensación de rareza frente al mundo y frente a guitarras que, poco a poco, se van creciendo, como en “Sé lo que quiero”, que aquí ya empiezan a piñón, sin parar, con espíritu punk para el mismo mensaje: no hay futuro. Se le añade un excepcional trabajo de los coros, con una reiteración desesperada en letanía.

Sí, no hay futuro, pero es que en “Las cosas que me gustan” ni siquiera hay pasado, o por lo menos no hay un pasado que el grupo pueda asimilar como suyo. Y si hay cambios, estos se dirigen a peor, como demuestran en “Mi hueco”, un hueco de protección para pensar en lo bien que lo pasamos en los buenos tiempos. Las letras aportan mensajes escuetos y concentrados, pero potentes y explosivos.

Todo son sensaciones, y sentimientos. Una energía más punk se despliega en “Un poco más lento” para cantar, a la búsqueda de tranquilidad, de calma. Es la misma sensación de “Elegante”, dejar el cansancio, adoptar la actitud callada y enigmática del que se cree elegante, como aquellos que parecen ser importantes.

Pero hay un sector del disco que resulta más pop o más íntimo. La primera de las opciones se ve reflejada en “Sale el sol”, cuya letra repica en la misma desesperación apática: si la muerte es mala, la vida no es mucho mejor. La sensación de rareza, de no encajar, lo absorbe todo. También lo es “Espada”, que atrae desde el primer acorde, con una sencilla, pero efectiva, línea de bajo, que se abre a unas guitarras que crean un buen muro de sonido.

Íntima es “Buen intento”, con su aire de angst juvenil y spleen, con bonitos juegos de guitarras, que se van volviendo poco a poco rabiosas. También “En mucho tiempo”, canción de desamor que, obviando las guitarras distorsionadas, no está muy lejos, como todo el disco, del espíritu de Los Brincos.

Hay críticas que califican el disco de defectuoso, pero, quizá, provengan de aquellos que esperaban el espíritu punk de su primer disco, que, quizá, siga en las letras, y se encontraron con que La Paloma habían cambiado. Se habían vuelto más reflexivos y les había invadido algo más oscuro, más nihilista, que asomaba en sus palabras, mientras que los estribillos seguían siendo fuegos artificiales y la música se vestía de elegancia inusual.

Anterior crítica de disco: Le disque bleu, de Benjamin Biolay.