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La ecuación de Sam Shepard y Bob Dylan en Rolling Thunder Revue

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«Una de las mayores y maravillosas rarezas de Dylan y la música en general: aquella caravana itinerante de músicos y artistas de todas las disciplinas, materializados en una buena cantidad de conciertos por Estados Unidos»

 

Sobre el dramaturgo, poeta, escritor de ficción, actor y guionista Sam Shepard escribe Manolo Tarancón, haciendo especial parada en aquella extraña (y maravillosa) gira junto a Bob Dylan y Allen Ginsberg.

 

Texto: MANOLO TARANCÓN.




 

En 1977 ve la luz un libro de extraño formato. Un narrador testigo da cuenta de cuanto ve y experimenta en una gira de Bob Dylan que inmortalizará uno de los bootlegs más aclamados del músico hasta que forme parte de su discografía oficial cuando, junto al estupendo documental de Martin Scorsese de 2019, el sello Columbia lo edite como tal. El libro lo titula Sam Shepard Rolling thunder: con Bob Dylan en la carretera (1977) y en sus páginas mezcla prosa con poesía y textos de difícil etiquetado. Quién sabe si no le influye uno de los invitados al viaje de aquella excursión: el inclasificable poeta Allen Ginsberg, uno de los abanderados de la llamada Generación Beat junto a Jack Kerouac, Neal Cassady o William Burroughs.

Como documento acreditativo de aquellos locos días del 75, resulta mucho más esclarecedor el documental que el lírico libro de Shepard, pero, digámoslo todo, lo diferencia el mérito de haber participado de cuerpo presente, como uno más, de aquella bendita suma de genios, en la estrafalaria idea que solo puede salir de la cabeza del de Duluth y que se convertirá en una de las mayores y maravillosas rarezas de Dylan y la música en general: una caravana itinerante de músicos y artistas de todas las disciplinas, materializados en una buena cantidad de conciertos a lo largo y ancho de Estados Unidos. El escritor, atento y participante de cuanto pasa, plasmará en el libro la experiencia de aquellos días.

Catalogar a Shepard es complicado. En 1964, se estrena como dramaturgo y se convierte en el principal género de su literatura. En 1971, escribe, en colaboración con Patti Smith, Cowboy mouth y, en 1979, gana el Pulitzer por Buried child. Inmerso en el cine, deja su sello como guionista y como actor. En el primero de los cometidos, escribe la película dirigida por Michelangelo Antonioni, Zabriskie point, en 1970, con música de Pink Floyd. De la cinta escribirá Miguel Ángel Palomo en El País: «Una película transgresora y militante, en la que el cineasta viajaba al corazón del inconformismo juvenil en Estados Unidos […] Y lo hacía llevando consigo su nihilismo, su desesperación y su desencanto. No es un filme perfecto, desde luego, y su estética, deudora como lo es de su época, puede resultar difícil. Pero sí es un grito de guerra. Desesperado y lúcido al mismo tiempo». Por si fuera poco, firma el guion del clásico de Wim Wenders, París, Texas, en 1984.

Volviendo a la gira de 1975, la casualidad provoca que se estrene como actor en una película que ve la luz en dos años diferentes con características dispares. El director es el propio Dylan y la idea no es otra que la de seguir a la caravana itinerante de Rolling Thunder Revue añadiendo escenas de ficción. La titula Renaldo and Clara. Recibe críticas negativas y apenas se estrena en cuatro ciudades norteamericanas antes de su cancelación a finales de 1975. La cinta pretende demostrar una base experimental surrealista que bebe, tanto del cubismo, como de las influencias francesas, y roza las cuatro horas de duración. En 1978, el propio músico da su visto bueno al recorte del metraje eliminando la mayoría de las escenas de ficción y lo convierte en un documental con pinceladas audiovisuales de fragmentos de los conciertos y la vida en la carretera. En el film original, el propio músico y director encarna el papel de Renaldo, el de Clara la que es su mujer en ese momento, Sara Dylan. Joan Baez figura representando a “La mujer de blanco” y Ronnie Hawkins interpreta a Dylan. En el reparto encontramos a Joni Mitchel, Harry Dean Stanton, Ginsberg y el propio Shepard.

Aquí encontramos la respuesta al motivo de que los dos últimos se embarquen en la gira. Dylan los contrata y recluta con el fin de crear y guionizar escenas para la película, con el objetivo de fundirse como dos protagonistas más de lo que ha de entenderse como un todo: una gira repleta de figuras artísticas de un nivel fuera de toda duda (Joan Baez, Roger McGuinn, Joni Mitchell, David Mansfield…), una convivencia y puesta en escena en los conciertos encomiable, con una interpretación y repertorio que bordan la perfección artística. Como ejemplo: “Isis”, con sus dinámicas, altibajos y el excelso violín de Scarlet Rivera, con la voz de un Dylan desgarrado dándolo todo. De la experiencia, Shepard escribe en su libro: «En el escenario todo se mezcla, se funde en una especie de trance, como si estuviéramos en un sueño colectivo, todos compartiendo la misma fantasía al mismo tiempo […] Las noches en la carretera eran largas y oscuras, llenas de risas y conversaciones profundas, como si estuviéramos todos tratando de descifrar el enigma del universo».

Cierto que Dylan es quien le hace debutar como actor en un proyecto de dudoso recorrido, pero, en 1978, aparece en la película de Terrence Malick Días del cielo y, en 1983, es nominado al Óscar como mejor actor de reparto por su papel de Chuck Yeager en la película Elegidos para la gloria, de Philip Kaufman. Dirige dos largometrajes, Norte lejano (1988) y Silent tongue (1994), un wéstern de la que también es guionista y donde aparece River Phoenix. Sumémosle a la dramaturgia y al cine sus libros de poesía y narrativa, de los que contamos con algunos traducidos al español por la editorial Anagrama. Encontramos otra analogía con Dylan una década después: firman a medias la canción “Bronswille girl”, del disco Knocked out loaded de 1986. De esta manera, la música se suma al resto de las disciplinas que desarrolla en vida.

Con setenta y dos años, en 2016, se le diagnostica ELA y se recluye en su casa para escribir Espía de la primera persona, un libro autobiográfico y personal que vuelve a fundir poesía y prosa. El proceso de escritura del libro es desgarrador al tener que recurrir, al impedirle sus manos el funcionamiento motriz por la enfermedad que avanza sin remedio, al dictado para terminarlo. Su familia y su gran amiga Patti Smith le ayudan en el cometido. Muere un año después. En nuestro idioma se editará en 2023, de nuevo por Anagrama.

Rolling Thunder Revue se convierte en el eje de mucho de lo aquí narrado: una gira que se convierte en disco y da de sí para una película, un libro con Shepard como catalizador de todo cuanto ve y experimenta, y el magnífico y reciente documental de Scorsese confirmando todo lo anterior. Y sí, también lo une, de fondo, a la Beat Generation, porque no hay que olvidar que Allen Ginsberg, el autor de Aullido, una de las obras más representativas de esta corriente literaria, que participará en alguno de los conciertos, forma parte de esta compleja y maravillosa caravana y de esta ecuación de genios.