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Duermen en discos, de Kiev Cuando Nieva

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DISCOS

«Su valor está en esa coherencia entre forma y contenido, entre lo que dicen y cómo lo dicen»

 

Kiev Cuando Nieva
Duermen en discos
GREAT CANYON RECORDS, 2025

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Hace 25 años que publicaron su primera maqueta y todavía siguen en el camino. Y no solo eso, acaban de publicar lo que, sin duda, es uno de los discos del año. Siguen también en las mismas coordenadas que entonces. Entienden la música de manera calmada, atentos a los detalles y con letras que son más sugerentes y crípticas que cristalinas. Hablan de naturaleza, de aves y de conflictos cotidianos, pero escondiendo la anécdota bajo una simbología muy personal. Su resolución sonora sigue siendo la habitual de canciones con patrón clásico, pero adornadas de ciertos detalles que experimentan con las texturas.

De todo ello da cuenta este Duermen en discos, su séptimo elepé, del anterior ya hace seis años, donde el grupo oscense engarza doce canciones que concluyen en la que da título al conjunto, un instrumental delicado, casi una cajita de música, que pinta de placidez los últimos compases, las ultimas sensaciones. Habían abierto con “Peine”, la canción de estructura perfecta, con atrayentes estrofas, un puente con algo de oriental en primera instancia, y en el que enseguida arden las guitarras para quemar la alegoría que la canción expone sobre las relaciones humanas, que han de ser como el peine que se hunde en el pelo.

La mirada ornitológica ocupa varias canciones. En “Carpintero” despliega una tonada folk llena de sonidos naturales y con un enorme juego de voces al final, para una historia en la que un pájaro carpintero al que disparan, y después curan, tiene un margen simbólico que habla de mantener el equilibrio. También sucede en “Kes”, basada en el libro de Barry Hines homónimo sobre la relación entre un niño que habita en una ciudad minera del Reino Unido, en una familia disfuncional, y cuya única pasión es entrenar un halcón. La canción está llena de simbolismos naturales y una instrumentación bucólica e imaginativa.

El reino natural también aparece en “Pinocha”, en este caso atento a la botánica, que surge tras una necesaria instrumentación monótona, modelada al final por giros de voces y cuerdas que pintan, con un colorido brillante y rugoso, la canción.

No todo es orgánico y natural, ni en las músicas ni en las letras. Las primeras adoptan en ocasiones maneras psicodélicas, a la manera de los grupos hispanos de finales de los sesenta, que juegan con el diseño folk de varios fragmentos. La guitarra a lo Rolling Stones de “Milano” es suelta y punzante. En cuanto a las letras, su discurso se hace social y enfoca la cuestión inmobiliaria en “Prorrata”, una mudanza que salpica la canción de extrañas estructuras, de una voz triste y unas cuerdas de violín que la cierran. También cuenta con una estructura extraña “Estrechan”, en continuidad con la anterior puesto que enfoca la misma calle de la mudanza con una miniatura sinfónica y cotidiana.

Después encontramos la parte calmada. Ahí está “Despierto”, con juegos vocales, placidez en los arreglos y una letra, como todas, críptica. La música tiene algo cercano, con unos vientos graves, inesperados, al final, tan sencillo y tan emocionante. En este barco también viaja “Antepenúltima” —¡qué acordes más bonitos al principio!—. Todo el sabor popular se encuentra en un sencillo riff. La letra, volvemos a ellas, está llena de misterio, pero también de sugerencias. “Opinión” posee una melodía ensoñadora, con la voz femenina de Lorena Álvarez, que tiene algo de gregoriano, y un largo puente a la manera de CRAG.

Las letras esconden una observación constante sobre lo que cambia y lo que permanece, sobre lo pequeño y los gestos rutinarios que nos construyen e identifican. Cada detalle está pensado para la belleza, desde los coros hasta los silencios, porque la sencillez requiere cuidado y calma. Su valor está en esa coherencia entre forma y contenido, entre lo que dicen y cómo lo dicen. Todo suena equilibrado, como si el tiempo se hubiera detenido un momento para dejar que las canciones respiren. Medio bucólicos y medio psicodélicos apuntan mucho al sonido Canterbury y a Crosby, Still, Nash & Young con unas gotas de Syd Barrett y un perfume de bosque y jazmín.

Anterior crítica de disco: Flowers, de Durand Jones and The Indications.