LIBROS
«Una lectura agradable que rescata joyas de nuestra cultura que o están olvidadas o son despreciadas»

Pedro Delgado Cavilla
¡Yo quiero un TBO! Los tebeos desde la posguerra a la Transición
DIÁBOLO EDICIONES, 2025
Texto: CÉSAR PRIETO.
La editorial Diábolo vuelve a sorprendernos con volúmenes sobre la cultura popular, aquella que sufre la repulsa de los más anclados en que el arte ha de explorar territorios y no simplemente entretener. Aunque en este caso, la temática entra dentro de los dominios del noveno arte, uno sospecha que aquí arte se entiende como seriedad en las novelas gráficas, costumbrismo pop en el cómic indie, ilustración en la fantasía heroica y, como mucho, visión alegórica de la historia en los superhéroes. Nunca, Dios nos valga, se va a considerar arte a viñetas de humor amable y cotidiano, como el de las revistas para niños, o sea, los tebeos. Así que el libro que presentamos entra en la misma categoría que los álbumes de cromos o los juguetes, otras temáticas de la editorial.
Sin embargo, el autor del volumen, no es un mero diletante o coleccionista. Pedro Delgado ha estado en la Junta de La Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas, ha dirigido dos largometrajes y escrito en múltiples cabeceras, y ha impartido masters y seminarios en diversas universidades. Así que del mundo de la Comunicación Audiovisual sabe un poco.
Organiza el volumen de manera personal. Iremos desgranando los diversos capítulos en que estructura, pero no deja de ser destacable que no hable, por ejemplo, de Pumby, la revista, y, sin embargo, dedique varias páginas a Superlópez. Inteligentemente, para no volcar la necesaria introducción en páginas y páginas de erudición sin sentido, hace una muy escueta revisión del nacimiento del cómic, que se abre a nuestro país con sus primeras cabeceras. Ahí tenemos a Patufet, en la que colaboró lo mejor de la cultura catalana en aquel momento y la única publicación popular, hasta que en 1916 apareció Pulgarcito en Madrid —aunque en 1921 su redacción pasó a Barcelona— y en 1917 TBO, que da nombre al género. Apunta también a otras publicaciones, como la olvidada Pocholo, una copia de esta última aparecida en 1981.
El siguiente capítulo encara las publicaciones surgidas durante la guerra civil, evidentemente de marcado tinte ideológico, aunque esto no hace que pierdan calidad y algunas series olvidadas, como Cuto, están consideradas entro lo mejor del cómic europeo. En un libro plagado de anécdotas, no podía faltar que Gloria Fuertes, Carmen Laforet o José Mallorquín participaron en estas revistas.
Y llegan los platos fuertes, comenzando por Roberto Alcázar y Pedrín, siguiendo con El guerrero del antifaz y acabando con El capitán Trueno. Por supuesto, todo ello conectado con páginas que hablan de la visión sociológica de la España de aquellos años, para aliar las historietas con la pulsión de la cultura popular. Tras ello, el personaje de Carpanta introduce el mundo de Bruguera, donde algunos lectores enviaban giros de veinticinco pesetas para que Carpanta comiera. Es curiosa la entrada de este famélico y optimista mendigo en el mundo del cine y la televisión, donde fue protagonista de una serie en 1960, de la que no se conserva más que alguna fotografía.
A partir de aquí, la organización ya es temática, y dedica espacio a las cabeceras para chicas, a la familia —con Ulises, Trapisonda o Cebolletas— y a peculiaridades regionales, como Agamenón o Josechu, el robusto vasco. También hay capítulos para soldados y detectives, desde Mortadelo y Filemón a Hazañas Bélicas o Anacleto, que dicen que fue lo mejor de Bruguera. Y uno especial para Vázquez que, como en todo el libro, se remite a las películas de Hollywood.
El estudio no es erudito ni completista como los de Jesús Cuadrado. El criterio es el propio gusto del autor, e igual dedica páginas a serie olvidadas de Escobar, como “Doña Tomasa con fruición va y alquila su mansión”, como obvia la importancia —menor, pero consistente, de Pumby— o se extiende en un capítulo hablando de Superlópez. En todo caso es una lectura agradable que rescata joyas de nuestra cultura que o están olvidadas o son despreciadas, sin merecer ninguna de las dos cosas.
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Anterior crítica de libros: “… Y también sé montar en bici”. Una autobiografía sonora, de José Ramón Pardo.

