DISCOS
«Canciones hermosas que construyen una ajustada banda sonora para esa particular resaca»

Ron Sexsmith
Hangover terrace
RONBOY RHYMES / COOKING VINYL, 2025
Texto: XAVIER VALIÑO.
Cuanto mayor te haces, más difícil se vuelve lidiar con una resaca persistente. Ron Sexsmith, a sus 61 años, sin duda se identifica con ello. Pero que no cunda el pánico, ya que el canadiense no es adicto al alcohol y, además, el título (La terraza de la resaca) está adaptado de un letrero que vieron desde el bus en una gira y que decía algo que no tiene nada que ver con la ebriedad: Hanover terrace (La terraza de Hanover). La customización le ha servido para poder reflexionar sobre la resaca motivada por los últimos años, durante y después de la pandemia en general, y el creciente desequilibrio mundial en particular.
Con los años, el canadiense ha perfeccionado su música hasta tal punto en el que su estilo característico es reconocible tras apenas unos compases, aunque sus álbumes a lo largo de las décadas siempre han adoptado enfoques diferentes, presentándose a veces más eléctricos, en otras ocasiones más acústicos, de vez en cuando opulentos, esporádicamente más sobrios…, pero siempre manteniendo un elegante equilibrio entre el sonido clásico de los cantautores de los años sesenta y el pop de cámara.
En Hangover terrace, Sexsmith, siempre un digno y humilde artesano componiendo sus canciones, sigue desplegando su desgarrado mundo emocional ante sus oyentes, ahondando ocasionalmente en su pasado y describiendo recuerdos un tanto peculiares de su infancia y juventud, que incorpora en catorce canciones con arreglos siempre justos a los que acompaña su voz melancólica.
Aquí vuelve a trabajar con el productor Martin Terefe, con quien ya había colaborado previamente en su álbum de 2008, Exit strategy of the soul, sumando a invitados como Ed Harcourt, Robbie McIntosh, Chris Kimsey o Claes Björklund, sin que su contribución se sobreponga al estilo del canadiense. Lo que quedan son canciones hermosas que construyen una ajustada banda sonora para esa particular resaca, como “Camelot towers”, “Rose town”, “Angel on my shoulder” o “When will the morning come”, puede que algo más logrado en su conjunto que los tres o cuatro álbumes que le precedieron y que siguieron a una de sus mejores colecciones, la de 2011, Long player late bloomer.
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Anterior crítica de disco: Big money, de Jon Batiste.
