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Yo no quería ser Miqui Puig. Cronología sentimental de un cantante de amor, de Miqui Puig

LIBROS

«Aquí tenemos en cuerpo y alma a Miqui Puig. El último romántico»

 

Miqui Puig
Yo no quería ser Miqui Puig. Cronología sentimental de un cantante de amor
MAGAZZINI SALANI, 2025

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

En el revelador prólogo de Kiko Amat, Miqui Puig —cantante de Los Sencillos y decenas de cosas más—se nos revela como un personaje de novela, que revela unas perspectivas de su actuación en la trama, pero deja en incógnita otras del sentimiento que lleva adelante: el miedo a que todo se salga de un cauce fluido y la placidez de quien sabe que es Miqui Puig.

Añadiría yo que se asienta este baile de máscaras en el juego con un doble narrador. Miqui Puig rescata sus diarios, escoge fragmentos significativos y los comenta desde su voz actual. Así pues, juega con la inmediatez del instante que fue, pero después se convierte en un narrador omnisciente que puede adelantarse o volver atrás, que sabe el final de la historia, que es consciente de cuándo uno de sus amigos morirá, otro de los temas de la obra, al que dedica todo un capítulo.

Así pues, Miqui Puig no ha escrito una autobiografía ni una ristra de anécdotas que sean válidas por sí mismas, sino que ha reflexionado sobre estas anécdotas —que muchas veces quedan en penumbra— y ha reflexionado sobre ellas con tino, pulso y ritmo. La historia comienza en 1992, cuando Los Sencillos comenzaban a triunfar, y concluye en 2016 con la muerte de su padre. A partir de ahí, se deslizan salas como el Apolo, ciudades como Madrid o Tarragona, fiestas de la Mercè, y todo lo que sentía en la época, interpretado ahora por ese doble narrador en la distancia.

El libro está dividido en capítulos temáticos que exploran, aparte de la muerte que hemos citado, el amor, el baile —más bien el hacer bailar—, la moda o la radio, ámbitos todos en los que Miqui ha hecho carrera, menos en el primero. En el que destina a la televisión, se moja y sus opiniones sobre esta son negativas, mientras que las que expone sobre la radio son esplendorosas. También acumula páginas sobre su grupo —pocas sobre Aullidos en el Garaje, el germen de Los Sencillos— hasta el día que se separaron tras un concierto en Pozoblanco y sobre su carrera en solitario. Lástima que no saliese adelante el disco con Jeanette que iba a preparar con Air.

Lo que sí destila el libro es autoconmiseración. La negra sombra de la soledad —que el autor hace equivalente a vivir sin pareja— tiñe muchas páginas de penumbra. Su actitud es ambivalente, porque confiesa que, a veces, forzaba rechazos para hacerlos canción. Parece no bastarle con familia y amigos, e interpreta la falta de amor como soledad, cuando él mismo confiesa que sus amigos lo han sostenido anímicamente más de una vez, lo que no ha impedido que redujese su sensación de inseguridad. Pincha para Bruce Springsteen, pero mientras tanto espera el mensaje de una chica.

El libro está escrito con buen tino y estilo, sus reflexiones son casi filosóficas, y no de la filosofía barata. Ahí tenemos en cuerpo y alma a Miqui Puig, que es más fan que músico, o que es músico porque es fan. Un romántico. El último romántico.

Anterior crítica de libros: Avalancha. Los demonios de la memoria de Héroes del Silencio, de Carlos H. Vázquez.