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«El disco es más melódico debido al catalán»

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«La música y la literatura son mis alimentos»

 

Ignacio Reyo habla con Marc Ros, líder de Sidonie, a propósito del nuevo álbum del trío. El primero de su carrera en catalán, algo que ha sorprendido a unos y ha sido celebrado por otros.

 

Texto: IGNACIO REYO.
Fotos: GERMÁN BLANCO.

 

Al escuchar Catalan graffiti, cual magdalena proustiana me vino a la memoria la primera vez que escuché una canción cantada en catalán. De título “Vertigen liquid” y cantada por una vocalista, formaba parte del proyecto Recoil del ex Depeche Mode Alan Wilder. Orfebres del pop, Sidonie le da una pátina ligeramente diferente a su música en la forma de frasear de Marc Ros, con quien hablo del álbum y diferentes avatares de la banda.

La voz es el instrumento más importante. Cómo cambia la misma, como instrumento, cuando se cantan en diferentes idiomas. En vuestro caso, ahora en catalán, y en el pasado en castellano e inglés.
Sí, me lleva a otros sitios, a otras melodías. Con el catalán me ha pasado esto, me han llevado por otro camino. Si te fijas en el disco es muy melódico, uno de los más melódicos que tenemos, es debido al catalán.

Según tengo entendido, toda esta transformación en el canto viene por el tema “Portlligat”, del disco En el regreso de ABBA.
Sí. Uno va haciendo prueba y error. Ahora mismo me pillas en el estudio de mi casa, donde compongo, y tengo desastres de canciones, horripilantes de intento de catalán que no iban a ningún lado. No me salía. “Porlligat” salió bien y yo me animé. Es una canción que estaba gustando por España y en ámbitos no catalanes, como Latinoamérica. Mi oficio es hacer canciones en castellano. Tuve que aprender el oficio haciéndolo en catalán. Y hasta que no tuviera canciones dignas para compartir con mis compis, nada.

¿Lo notaste con la interactuación de componer con otros instrumentos?
No, en eso no he notado nada. Simplemente mi actitud, la manera en que estaba delante de un micro para cantar en catalán era diferente. En castellano me siento más agresivo y en catalán no. Noto una fuerza más fuerte en castellano, el catalán tiene otras energías. Me siento diferente. Por ejemplo, el productor Sergio Pérez me dijo que cuando cantaba en catalán cantaba más flojo y me tenía que subir desde la mesa.

A mí me parece genial que cantéis en catalán, pero, por desgracia, una vieja corriente política de ultraderecha ha vuelto muy fuerte. Puede que haya fans que quizá no quieran hacerse eco de vuestro disco. ¿Lo has llegado a pensar?
Claro, tampoco somos ingenuos; lo pensé cuando estaba haciendo el disco. Tampoco conocemos a todos los seguidores. Inocentemente piensas que va a gustar. También hay otra cosa que no tiene que ver con la política, y es que, a veces, somos un poco vagos todos. Yo no puedo depender de un algoritmo o un medio de comunicación para decirme lo que tengo que escuchar, yo soy el que tengo que buscar escuchar música en vasco o gallego. Nadie me lo va a dar. Hay que tener una responsabilidad propia y sabes que hay cosas increíbles cantadas en otros idiomas.

En la gira que ya habéis terminado habéis metido canciones de vuestros discos en inglés. Sabino Méndez, por citar un músico, era muy crítico con los músicos del indie de los noventa que cantaban en inglés, tanto por el nivel del idioma como por la falta de decir cosas. En vuestro caso se ha visto que podéis decir cosas en ambos idiomas. ¿Tenías claro qué querías decir en esos discos?
Sabino es alguien a quien, con los años, nos ha unido una gran amistad. Es un ejemplo a seguir. Nunca he hablado de eso, me gustaría saber cara a cara qué pensaba cuando cantábamos en inglés. A mí me servía de medio de expresión. Uno de los mejores discos de nuestra carrera es Shell kids, el segundo; es de mis favoritos de Sidonie. Ya solo por eso merece la pena haber cantado en inglés. De haber vuelto a empezar, no lo hubiera hecho. En esa época solo escuchaba música en inglés y había grupos que me estaba validando, como Dover, por citar lo más conocido, u otras bandas de Barcelona que eran de mods. No me arrepiento de esos dos discos en inglés, pero, si hubiera empezado otra vez, no hubiera empezado en ese idioma. Pero ahí está nuestra carrera.

 

«En castellano me siento más agresivo y en catalán no. El catalán tiene otras energías»

 

Las canciones son más directas, más cortas que en otros álbumes. Ningún tema llega a los cuatro minutos.
Tengo un reloj de arena muy bonito que compré en los Encants, al lado de mi casa, que me sirve para no pasarme. Es un reloj antiguo, de metacrilato y dura exactamente tres minutos. Yo lo utilizo como un juego: tengo que contar todo en una canción que dure menos de tres minutos, como las canciones del Bill Buelding de Nueva York, todas aquellas que producía Phil Spector antes de la llegada de los Beatles… Esas son las canciones que me vuelven loco, es el pop que más me mata. Me gusta que las canciones duren eso y no alargarse. Si te fijas el disco dura media hora.

En “Et puc odiar molt més” hay un guiño a The Cure, a “Just like heaven”. O al menos es lo que me suena.
No es que te suene, es que son los mismos acordes (risas) ¡Que Robert Smith no nos escuche! La hemos tocado en varios festivales y hemos hecho el guiño. Estamos muy orgullosos de la música que escuchamos y queremos compartirla. Lo que hacía es que, cuando terminaba “Et puc odiar molt més”, la enlazaba con “Just like heaven” y me ponía a cantar encima. Nos pasó una cosa muy curiosa: en los festivales españoles nadie conocía la canción; igual había cuatro mil, cinco mil, diez mil personas y nos dábamos cuenta de que cinco o diez personas reaccionaban. No lo digo como malo ni bueno, pero… ¡cómo ha cambiado el público español, que no conoce la canción más famosa de los Cure! Al principio sí que me enfadaba. Ahora pienso que el público en español es autosuficiente ya. Puede vivir con lo que le dan Viva Suecia o Siloé, no les falta otras cosas.

Hay gente que os cataloga sencillamente como indie, pero yo creo que sois pop y en algunos discos con un componente psicodélico fuerte.
Ahora, cuando hablas de pop es algo confuso; la gente está pensando en Aitana. Yo cuando cojo la palabra pop me voy a los Hollies, a la Velvet Underground o incluso a Led Zeppelin. La música pop no deja de ser música popular, lo que hacían Iggy Pop, David Bowie, Madonna y Michael Jackson. Cuando vas a un medio de comunicación que son más jóvenes que tú, si les dices que haces pop levantan la ceja. No les hables ya de psicodelia o la denostada categoría rock. Yo la echo de menos. Ahora lo utilizan en algunos medios simplemente por usar guitarras.

La portada podría ser un homenaje a la berenjena del disco Trempera madrugadora, de La Trinca, y recuerda al plátano del primer disco de The Velvet Underground.
Imagínate las bromas de juntar a La Trinca, que conocéis porque dos de ellos fueron los creadores de O.T., y a la Velvet. La Trinca eran los Ladilla Rusa del catalán de los ochenta, con canciones humorísticas muy buenas y producidas. Tenían ese disco con una berenjena. La risa que nos dio lo de la berenjena y el plátano… Nuestro mánager nos dijo: “tíos, poned la puta berenjena en la portada”. Ese doble homenaje es algo bonito.

Escribiste la novela El regreso de Abba. Qué te pareció más sencillo, ¿escribir prosa o letras de canciones?
Tengo la seguridad, a pesar de que componiendo canciones paso del terror a la euforia de una hora para otra, de que al final lo voy a resolver. Con la novela no, me lancé y no sabía ni cómo la acabé. Lo pasé muy mal, le ponía muchas horas. No fue nada sano. Lo que me quedó de la experiencia de escribir la novela es que he aprendido a ser mejor lector. Siempre ha habido libros en mi casa y soy un lector voraz. La música y la literatura son mis alimentos.

 

«Sidonie es un combo de tres personas, cuatro contando con Jordi en directo, que hacemos música para salas pequeñas. Y si nos llaman los festivales, genial»

 

Viendo vuestro directo, me recuerda al concepto que el productor Bob Ezrin maneja del verbo play en inglés. Es decir, tocar y a la vez jugar. Tocáis, pero no perdéis el lado lúdico.
La única pena que te puedo confesar de ser músico es que no puedo escuchar música sin relajarme. Incluso mis grupos favoritos se han convertido en ruido al ponérmelos. En un taxi quiero ir en estricto silencio y en un restaurante lo mismo, más si ponen música pop y a volumen alto. Solo disfruto del juego al ir a ver en directo a las bandas. Lo que hago es un juego de cartas, las estrategias oblicuas de Brian Eno y Peter Schmidt: si estás bloqueado, vas sacando cartas y te van dando consejos. Es como muy extraño, como si borrara todo lo que has hecho esta semana. Para mí esto es un juego y yo mismo me vendo los ojos, cojo un libro de mi librería y la primera frase tiene que ser el inicio de la canción. Una serie de juegos para que no se quede en algo aburrido, y eso también lo llevamos al escenario. Yo, expresamente, a veces hago errores a ver si me siguen, si me están escuchando. Nosotros hacemos música para interpretar en las salas. Lo que decía David Byrne, en Cómo funciona la música, ese genial ensayo que expone que hacía música para tocar los viernes y sábados en el CGCB, porque si hubiera tenido ochenta músicos y una iglesia su música hubiera sido muy diferente. Sidonie es un combo de tres personas, cuatro contando con Jordi (Bastida Ovejero) en directo, que hacemos música para salas pequeñas. Si nos llaman los festivales, genial. Lo disfrutamos porque con ese sonido y luces es como subir a la Enterprise.

Para terminar, el 31 de octubre ha sido el 50º aniversario de “Bohemian rhapsody”. Sé que eres fan de A night at the opera. En realidad, Queen tiene muchas etapas, incluso dentro de cada década que existieron.
Es una de mis bandas favoritas. Empecé escuchando Queen posadolescente, a lo bestia con los Beatles. Tengo A night at the opera firmado por Roger Taylor y Brian May. Ese disco está entre los cinco mejores discos de la historia que conozco. Hasta el disco que se considera peor de Queen, como puede ser Hot space, me gusta. En A night at the opera está Hendrix, está la opera con Puccini y Verdi, experimentos muy locos como “Prophert song”, canciones perfectas como “I’m in love with my car” o “Love of my life. Y “Bohemian rhapsody”, un collage de lo mejor del siglo veinte no solo musicalmente, sino en todas las artes.

Vamos a reivindicar Hot space, que me encanta a mí también. Creo que está menospreciado. Hay gente que dice si lo hubiera producido Nile Rodgers o Quince Jones…
Me di cuenta que la hija de Keith Richards, Alexandra, que es la que sabe mucho de música y es dj, en una playlist puso “Cool cat”, de John Deacon y Freddie. Es mi canción favorita del disco. Me parece un disco que es la hostia. Quizá le faltan canciones o quizá no las hemos visto por el contexto. La canción que Freddie le dedica a John Lennon, “Love is real”, es genial, podría estar en The works y sería de las mejores. Es un disco que hay que disfrutar. Para mí no hace falta Nile Rodgers, suena de lujo como está.