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«Musicalmente estamos bastante lejos de todo lo que he hecho»

Diego Vasallo: «Llevaba tiempo rondándome la cabeza la idea de formar un grupo, por las ganas de sentir lo que es estar dentro de una banda»

 

Diego Vasallo charla con Sendoa Bilbao sobre su nuevo proyecto y su nueva ilusión: Løse, una superbanda en la que le acompañan grandes músicos y buenos amigos, con la que acaba de lanzar su primer single.

 

Texto: SENDOA BILBAO.
Fotos: JOKIN FERNÁNDEZ.

 

Ese mar con vistas a la ciudad inocula un tres por cuatro infinito a sus habitantes, que se amplifica de puertas adentro cuando llega la noche. Por eso, Donostia alberga a tipos a los que debieran dar de comer aparte. Viejos zorros muy leídos, melancólicos ilustres destructivos, afilados poetas, sensibles músicos y sucios pintores.

Tenían pendiente esta partitura. Desde que despiertan bailan al ritmo de esta música que estaba por hacer. Desde las casas, los cristales empañados miran la niebla que baja por las cumbres escapadas de Guipúzcoa. Suena el relámpago que enciende el trueno y ocho botas replican a duelo. Desde la bruma gris emerge el escuadrón, una superbanda formada por el cantante, guitarrista y compositor Diego Vasallo (Cabaret Pop y Duncan Dhu), Fer García como guitarrista solista (The Young Wailt o ILL), Xabi Arratibel al sonido grueso del bajo (Bananas y Hiedra), Oriol Flores encargado de marcar las bases rítmicas a la batería (IDOIA o POL3.14) y Germain San Martín, teclista de Loquillo o Quique González.

Ellos son Løse y por los caminos se dice que esta nueva banda nace para invocar lo que aún no conocemos, con poesía, ruido y mareas de sonido. Løse es furia, amor y desamparo.

Por eso, nada más escuchar los primeros acordes, me acuerdo del último elepé de Mark Lanegan o su colaboración con Soulsavers; frunzo el ceño cuando advierto las, bañadas de carborundo, guitarras de hormigón de este primer track que nos presentan: “Hay un hueco en algún sitio”.

Doy un volantazo en la mueca cuando advierto que el tronar rompe más expectativas que tormentas. La voz de Diego suena al fondo de la sala y el círculo sonoro, potente y oscuro, señala el paisaje que nuestro anfitrión relata: «El resplandor de las bombillas en las avenidas / Los cables negros contra el cielo, tu respiración caliente / Hay un hueco en algún sitio difícil de llenar».

Esta forma de romper la rima y desnudar el poema, me hace recordar a quien no solo ha conseguido radiografiar de mejor manera el alma de este poeta en la obra Diego Vasallo, trayectoria de una ola, sino que es uno de los que mejor transcriben el resultado de sumar sonido y sensibilidad. Cerezal dice en este libro que «habita toda una orquesta de conductos sanguíneos en las manos de Diego. Y la sangre siempre necesita decir algo, expresarse, hacerse ver, llamar la atención sobre su función milagrosa y, de tanto en tanto, inmortalizarse en un verso, dejar escrito su paso por el mundo».

 

Fer García: «Buscábamos texturas de grano en la voz de Vasallo que empastaran con el resto de la banda como un instrumento más»

 

El arrebato empuja mi brazo, llamo a Pablo y le pongo la canción al auricular para que traduzca el wav y la máquina empieza a brotar: «Løse han entrado, de puntillas, en un laboratorio de carne armados de electrodos e ignorando los riesgos. Sabiendo que no está tan mal habitar los márgenes, se han dejado enredar por cables y sogas, por cuerdas de bajos y guitarras, texturas electrónicas y también cuerdas vocales, se han golpeado con puños y baquetas, unos a otros, invocando danzas de lluvia, sus propios corazones con forma de punching ball». Bravo, amigo.

Interrumpo la señal. Estoy exhausto, el virus me ha encontrado y ahora entiendo que esta es la música que nosotros necesitábamos. Me dejo llevar por la influencia y comprendo que esta canción viste a un vagabundo con frac azul cerúleo en la última Concept Store de Berlín. Guitarra, bajo y teclado son olas que pasan por debajo de bulevar, filtradas con un sampler contrachapado de cromoduro. El alquitrán del asfalto bajo las aceras por fin encuentra cobijo en estas estrofas donde nos cuesta encontrar las palabras escondidas bajo tanta hojarasca. Esta banda sonora es para dandis que aborrecen este siglo, que bien pueden llevar en sus gabanes a Baroja en un bolsillo y una Magnum semiautomática en el otro.

No puedo esperar más y agarro el zapatófono para preguntar a Diego por este suceso. «Diego, ya era hora», y me dice: «Llevaba tiempo rondándome la cabeza la idea de formar un grupo, básicamente por las ganas de sentir lo que es estar dentro de una banda, que es algo que no tiene nada que ver con lo que es un artista solo, un artista en solitario. Tenía ganas de compartir, de crear con gente, también de repartir responsabilidades, decisiones, ensayar… En fin, vivir lo que es la vida de un grupo. Ha costado un tiempo y así ha sido».

Quiero saber qué lugar ocupa este proyecto en su trayectoria y le pregunto por el sonido, ese cambio hacia algo más fuzz, y me confiesa: «Musicalmente yo creo que estamos bastante lejos de todo lo que he hecho. En una banda las energías confluyen, las opiniones se cruzan y los talentos se comparten. El resultado es fruto de la colaboración entre unos músicos. Nada que ver con un elepé en solitario en el que yo hago la propuesta musical y los músicos se dedican a tocar lo que yo he pensado. Esta es una banda real con lo que se crea en el local de ensayo y el resultado se ha alejado mucho de mis discos».

 

Diego Vasallo: «Hay otra musicalidad, influencias de grupos de finales de los setenta, rock más guitarrero, algo más experimental…»

 

Cuando hablamos de referencias sonoras, admite que «hay otra musicalidad, influencias, desde grupos de finales de los setenta, rock más guitarrero, algo más experimental…». Después me pincha a Viagra Boys, Grinderman o Madrugada.

Fer García, además de ser el generador de estruendos guitarreros, es el encargado de buscar esquemas sonoros y dar con la sonoridad adecuada en la producción junto a Diego, y me habla más de autoexigencia: «Más que influencias de otros grupos, nos hemos encargado de encontrar el nivel de arreglos acorde con la instrumentación que generase atmósferas adecuadas. Después, en esa búsqueda totalmente libre, he ido topándome con fórmulas y detalles; gracias a modular efectos, hemos dado con sonidos que pueden recordar al rock más clásico o riffs más setenteros. Yo soy más de campos sonoros, no pienso tanto en bandas, pero después sí que suenan cosas a Queens of the Stone Age, Robert Fripp (King Crimson), Terje Rypdal, Manuel Göttsching, David Sylvian…. Me nutro de fuentes a veces progresivas y texturas en la rama de lo electrónico. Buscábamos texturas de grano en la voz de Vasallo que empastaran con el resto de la banda como un instrumento más, timbres y grano sónico. A nivel rítmico, buscamos movimientos frescos y nuevos que aporten, aunque la canción siempre manda. Yo soy muy crítico, va en mi gen de exigencia. Crear la banda ha sido también encontrar un nombre nuevo para un sonido nuevo, una identidad propia. Un gran comienzo para futuras ideas y grabaciones».

La letra dice que «el sonido de las voces hoy suena a salas vacías». Y yo no puedo imaginar lo contrario, encontrar la sala perfecta para hacer resonar este ruido de fábricas y grúas, estos camiones y helicópteros, que me traen Løse, y que son hermanos y retumban al compás del crujir de huesos, guijos y cristales en el interior de estas viejas Martens con cordones nuevos.